Hay un momento especial en cada fin de semana a su lado, ese en el que me despierto y lo primero que veo es su cara cerquita de la mía, con los ojos cerrados y esa maravillosa respiración que tan bien conozco y me tiene hechizada, es un ritmo imperceptible casi mágico…
y es en ese momento, cuando no me ve, que me siento dichosa e imagino como sería despertar así todos los días, todos y cada uno de los días que nos quedan por compartir…
compartir un café, una tostada, un beso rápido, uno no tan rápido, una mirada cómplice, una película o toda una vida.
Si me dan a elegir entre una vida llena de aventura o una vida a su lado, elijo sin dudarlo, cada despertar con su latido, con su aroma, con su mirada y sus “buenos días”, elijo cada abrazo, cada caricia, cada juego y cada mordisco, sin la menor duda, lo elijo a él en esta vida y en las siguientes…
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